“Gonchi, la película”, un impecable recorrido por la vida del mejor piloto que dio Uruguay

Suele suceder que al estar ante un documental uno ya conoce el final de la historia. Sobre todo si se trata de la vida de una personalidad. Pero afortunadamente siempre hay lugar para descubrir alguna faceta, un detalle, un dato de color o un recuerdo que nos sorprenda y nos conmueva.

"Gonchi, la película"

Cuando supe de la existencia de “Gonchi, la película” me dieron ganas de ser uruguayo, de haber nacido del otro lado del “charco” para poder sentir este documental de otra manera, aunque Gonzalo Rodríguez fue un piloto latinoamericano, un corredor que supo representar no sólo a su país sino a todos los amantes del automovilismo de esta parte del mundo. Netflix la estrenó en septiembre para todo el mundo, lo cual permite saldar esa deuda y hacer llegar esta “leyenda” más allá del Río de la Plata.

El film dirigido por Luis Ara y Federico Lemos lejos está de ser una simple recopilación de videos viejos, muchos de ellos VHS de baja calidad, como la tecnología de la época exigía; por el contrario, es un impecable viaje a través de la vida de un chico apasionado por las carreras al que el talento y el esfuerzo llevó a correr a Europa, en la antesala de la Fórmula 1. Y que cuando su sueño de piloto profesional le permitió firmar el primer contrato, la vida se le esfumó en un accidente tan absurdo como impactante.

Durante una hora y media de testimonios de gran calidad aportados por familiares, amigos, periodistas y colegas, uno descubre a un chico bonachón al que todos recuerdan por su don de gente y su sonrisa, más allá de su intrepidez al volante, lo que no hace más que agigantar la bronca de su pérdida. Resulta inevitable no emocionarse con la palabra de ese sencillo matrimonio inglés conformado por Jok y Marith, que lo alojó en su casa durante 5 años, y que aún hoy lo extraña. Y es toda una perla la visita a la casa de su fan italiano, Mimmo, quien comparte su preciado tesoro: un altar en el que guarda una foto junto a su ídolo.

Afortunadamente hay buen registro de las hazañas de Gonzalo Rodríguez en la Fórmula 3000 con triunfos en Spa, Nürburgring y Mónaco (con el relato de la TV uruguaya, como debe ser), que le aportan esa dosis de adrenalina que todo film de autos precisa, y que no dejan dudas sobre su calidad como piloto.

Gonzalo Rodríguez en el CART

Gonchi Rodríguez cumplió en 1999 el sueño de correr en CART.

Pero resulta inevitable que cuando la película muestra la llegada de Gonchi al CART de EE.UU. y esa posibilidad de correr para Penske en Laguna Seca uno -que sabe lo que sigue- quiera torcer la historia. Quien ha visto decenas de veces ese accidente cierra los ojos e íntimamente aguarda la esperanza de que haya un cambio de trayectoria, una frenada a tiempo o una pila de neumáticos que amortigue un golpe que traspasa la pantalla, que transmite un vacío aun cuando ya pasaron 15 años.

Párrafo aparte para Nani Rodríguez, a quien uno aprende a querer por el hilvanar de sus anécdotas (las que nos hacen querer adoptarla como hermana), y que regala una escena final que eriza la piel.

Y sí, resulta inevitable trazar una comparación entre “Gonchi, la película” y el documental “Senna”, y hay que decir que esta patriada uruguaya da pelea de igual a igual a fuerza de emoción y por la calidad del personaje en cuestión.

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